Baja oferta y alto consumo, sostenes de las cotizaciones del Mercado de Granos

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Gustavo Lopez

Consultor de la Fundación Producir Conservando

15 de marzo de 2021

El ciclo agrícola 2020/21, se caracteriza por una oferta mundial ajustada, un consumo creciente y muy dinámico y una reducción en las reservas finales, que explican el sostenimiento de las cotizaciones de la mayoría de los commodities. Obviamente, esta situación se reflejó en el mercado interno con mejoras en los precios de los granos y derivados.

Si bien las producciones mundiales, tanto del trigo como de los granos forrajeros y la soja, se ubicaran en el ciclo 2020/21 en niveles record, estos están muy por debajo de las expectativas iniciales.

En todos ellos se observan recortes significativos, en especial en los principales productores-exportadores. A los Estados Unidos, donde el clima adverso en que se desarrolló el maíz y la soja llevo a reducciones importantes en la oferta; se sumó la Unión Europea y los ex soviéticos que vieron limitada su producción triguera.

Solo se registró una mejora sustantiva en Australia, que luego de varios años de sequía, revirtió tal situación mejorando la cosecha de este cereal y su saldo exportable.

No obstante, esta situación aun no es definitiva, ya que resta aguardar el desarrollo final de los cultivos en el Hemisferio Sur, en un ciclo con características climáticas muy variables, donde predomina un evento Niña, que aunque débil, genera mucha incertidumbre en cuanto al resultado final de la cosecha gruesa en Brasil y particularmente de Argentina.

En las últimas semanas se registraron lluvias importantes en gran parte de la región, no obstante resulta imprescindible que estas sean más homogéneas si se pretende alcanzar rendimientos medios relativamente buenos. Las altas temperaturas registradas y la sequia hacia inicio del ciclo en gran parte del área productiva de Argentina, permiten inferir una baja en los volúmenes.

Se proyectan volúmenes productivos menores al ciclo previo, que se alejan del record de 142 mill/ton obtenido en el ciclo 2018/19.

En este marco de una oferta mundial limitada, se observa una demanda muy sostenida de la mayoría de los productos, siendo China una vez más el principal motor de esa mejora.

Recordemos que en el gigante asiático, se registraron condiciones climáticas muy severas, con fuertes tornados e inundaciones que azotaron la zona central del país reduciendo también las expectativas de una cosecha abundante.

Paralelamente, en China se está reconvirtiendo la producción porcina, intentando reemplazar las explotaciones tradicionales, de escasa productividad y muy bajo control sanitario, por grandes establecimientos que permitan una producción a escala más eficiente y mejores condiciones higiénicas, a fin de controlar la peste porcina africana, recomponer los diezmados stocks de porcinos, y reemplazar paulatinamente la alta dependencia de los consumos de carnes de origen extranjero.

Ello queda expuesto en los volúmenes que se esperan comercializar con ese destino a lo largo del ciclo actual. Si bien el propio USDA ubica las compras chinas en grandes cantidades, los operados privados descuentan volúmenes aún mucho mayores, que pueden duplicarse en el caso del maíz.

USDA, luego de sucesivos ajustes, ubica las compras chinas en 100 mill/ton de soja, 18 mill/ton de maíz y algo más de 7 mill/ton de sorgo granífero.

A ello se suma un sinnúmero de países que gradualmente están saliendo de la pandemia del COVID 19 y que necesariamente deben seguir abasteciendo a sus pueblos ávidos de alimentos.

Un capítulo aparte lo constituye la relación entre los Estados Unidos y China, que lejos del conflicto comercial aun no resuelto entre ambos en materia de aranceles de exportación, muestra señales de un sólido intercambio, con embarques record en el primer semestre tanto de soja como de maíz.

Según la información del USDA, los compromisos de exportación de maíz y soja alcanzan las 20 y 48 mill/ton respectivamente, de los cuales tienen por destino China más de 6 y 33 millones de toneladas de ambos granos.

Esta realidad de una oferta restringida y una activa demanda, se tradujo en una caída en los stocks finales, con excepción del trigo, y su relación con el consumo, de los más bajos del último quinquenio.

Esta situación, se tradujo en un alza generalizada en las cotizaciones internacionales.

Las mejoras en el mercado de Chicago, rector por excelencia a nivel mundial en materia de precios, treparon en los últimos seis meses a valores inesperados.

La soja, para entrega mayo, coincidente con la salida de la oferta argentina, supero una mejora de 180 dol/ton, rompiendo la barrera de los 510 dol/ton, el mayor registro de los últimos seis años, en tanto que el maíz lo hizo con diferencias de más de 80 dol/ton; todo ello en un marco de altísima volatilidad, debido al impacto del “weather market” y la especulación, que llevó a que muchos fondos se hicieran de ganancias sin importar los “fundamentals” de mercado.

En el plano local, la sequía en gran parte de la región pampena, NEA y NOA, se tradujo en un atraso en la implantación de la cosecha gruesa. Un alto porcentaje del área maicera se cubrió con materiales más tardíos, en tanto que algo similar se dio en soja de “segunda”.

De allí que no se esperan volúmenes de producción muy importantes, con un total a la fecha, de continuar las condiciones climáticas con cierta normalidad en torno a 128 mill/ton.

Desde el punto de vista comercial, el ritmo de ventas de los productores de la mercadería del nuevo ciclo, fue menor a la del anterior, lo cual es razonable, ya que hacia inicios fines del 2019 el rumor del incremento en los derechos de exportación llevó a una rápida liquidación, a fin de evitar las posibles mermas en los precios.

No obstante, esta tendencia se revirtió en los primeros días del nuevo año, con un incremento significativo de las operaciones disponibles en trigo y “forward” para maíz y soja, una vez más impulsado por los temores de nuevos ajustes en las retenciones, la intervención del Gobierno en la comercialización de algunos granos, y los posibles cambios que puedan efectuarse en materia monetaria.

Recordemos que hacia inicios del año se planteo la necesidad de desacoplar los precios externos de los locales, a fin de evitar que las subas en el mercado internacional se traduzcan en alzas internas y por ende en un incremento en el costo de los alimentos básicos.

Ello parecería poco probable, ya que el desacople es una realidad, desde el momento que existen derechos de exportación que impactan en forma negativa sobre los precios internos y por ende los ingresos finales de los productores, sumado al desdoblamiento cambiario que reducen aun mas los mismos en términos de dólar.

A modo de ejemplo, el trigo tiene un derecho de exportación del 12%, por lo cual si consideramos un precio FOB de 268 dol/ton, -descontando los gastos internos- el equivalente para el productor es de solo 223 dol/ton.

Por otra parte, este recibe pesos al tipo de cambio oficial (89 $/US$), por lo cual si se considera un precio externo de 268 dol/ton, el equivalente en dólares libre (150 $/US$) que termina percibiendo es de solo 132 US$/ton, es decir el 49% del valor original de exportación.

Por otro lado, distintas fuentes coinciden en que el impacto final del costo de la materia prima en los productos elaborados es muy bajo, en tanto que los costos de intermediación, logísticos, energéticos, salariales e impositivos, son la principal carga en los productos finales en la góndola.

En tal sentido, deberían consensuarse políticas anticíclicas para evitar que estas alzas se trasladen a los precios locales.

El uso de los mercados a término por parte del consumo interno se presenta como un elemento relevante para la cobertura ante nuevas alzas en los mismos.

Como contraparte de lo expuesto y a pesar de la caída en la producción y por ende en los saldos exportables, los ingresos de divisas y los provenientes de la recaudación fiscal por derechos de exportación podrían incrementarse en forma significativa, via la mejora en el precio de los commodities.

Las primeras estimaciones dan cuenta de ingresos record por exportaciones del orden de 35 mil millones de dólares y recaudación fiscal por encima de 8 mil millones de dólares, vs guarismos del año anterior de 28.8 y 5.5 mil millones de dólares respectivamente.

En síntesis, de lo expuesto surge que el 2020/21 es un ciclo signado por los buenos precios internacionales, producto de los ajustes en la oferta y demanda mundial, con una alta incertidumbre local en cuanto a la evolución de las condiciones climáticas y las políticas internas.

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