Marco General
Brasil, quinto país en cuanto a su extensión con 8.5 millones de kilómetros cuadrados, y primero en América latina, representa el 47% del total de Sudamérica.
Su población en los años 90 alcanzaba los 150 millones de habitantes. La tasa de crecimiento que por entonces superaba el 1.85 %, sufrió una marcada desaceleración, para ubicarse en la actualidad en torno al 0.66%. No obstante, la población total para el 2020, se la estima cercana a los 215 millones de habitantes, es decir uno de los países más poblados del planeta.
Este país, genera uno de los mayores PBI del mundo con 1.84 billones de dólares anuales, prácticamente 4 veces el de Argentina, con una tendencia según el USDA (para el periodo post – pandemia del COVID 19 donde su economía se vio seriamente afectada), que retornaría a valores sostenidos en torno al 3% anual, similar a la prevista a nivel mundial, aunque por debajo de los gigantes asiáticos.

De ese total, el sector de los agronegocios en Brasil participa en el 24.3%
Esta realidad, sumada al alto nivel de pobreza, la crecientes necesidad de alimentos, y los cambios en los hábitos de consumo de la sociedad, debido a la mejora experimentada en el PBI cápita, que se duplicó en el término de los últimos treinta años a niveles cercanos a los US$ 9.000, lo impulso a expandir de manera notable su producción agroindustrial.
Hacia fines del siglo pasado, se planteaba que nuestro vecino de Mercosur, sufriría un marcado desequilibrio entre su crecimiento poblacional y la disponibilidad de alimentos, lo cual se traduciría en un fuerte incremento en sus importaciones, a fin de satisfacer las crecientes necesidades de la sociedad.
El conocido investigador Dr. Homen de Melo, de la Fundación Getulio Vargas, planteaba que ese desfasaje entre ambas variables, seria cubierto por una cuestión de oferta, proximidad y calidad por Argentina. Es más, en sus proyecciones, establecía que todo aumento en la producción de esta, seria absorbido rápidamente por Brasil debiendo, no obstante, completar sus requerimientos en otros orígenes.
Recordemos que, a inicios de esa década, el gran proveedor de trigo y maíz a ese destino era especialmente nuestro país, con volúmenes que alcanzaron en conjunto 7.2 millones de toneladas. Para Argentina, Brasil explicaba según los años entre el 60/80% de sus exportaciones de trigo, y 25/30 % de maíz.
Pero los pronósticos maltusianos de Homen de Melo no se cumplieron. Desde los años 90s, asistimos a un vertiginoso crecimiento en la producción agropecuaria, que permitió revertir su condición de importador de ciertos productos, para transformarse en un exportador neto, liderando el comercio de granos y carnes.
Sin duda en este proceso tuvo una gran importancia la coherencia y continuidad en la política agrícola aplicada que, al margen de los sucesivos cambios de gobierno, mantuvieron las principales líneas de acción que llevarían al desarrollo del sector.
Como plantea Carlos Guanziroli, en su trabajo sobre la evolución de la política agrícola brasileña, en este proceso se destacan tres fases muy bien diferenciadas. En la primera fase, de 1964 hasta 1985, se consiguió aumentar significativamente la producción agrícola garantizando el abastecimiento interno, que era el gran obstáculo verificado en el período pre-1964.
En la segunda fase (1985-2001), cuando comienza el periodo democrático, la política agrícola también se integra y es consistente con los objetivos macroeconómicos. Se buscaba en esa época disminuir el déficit fiscal y pagar la deuda externa, lo que fue conseguido con los grandes excedentes generados por el agronegocio a pesar de la reducción de los subsidios agrícolas que fue necesario implementar.
Finalmente, en el tercer período (2002-presente) se buscó conciliar la promoción del agronegocio con la reducción de la pobreza, que era una agenda pendiente de la democratización y que había sido postergada en función de la necesidad de resolver los problemas fiscales e inflacionarios de la década del 80. Una vez resuelto el problema de la inflación, el Estado recupera su capacidad de planificación y comienza a atacar los problemas sociales.
Este proceso se aceleró desde inicios del nuevo siglo, con la expansión del área agropecuaria y los cambios tecnológicos que impulsaron el crecimiento en la producción y la exportación de los agronegocios, partiendo de 21 mil millones de dólares en 2000, a 122 mil millones de dólares previstos para el año 2021.
Ello fue acompañado por un cierto “estancamiento” en las importaciones del sector que solo evolucionaron en ese periodo de 6 a 16 mil millones de dólares, con un consecuente balance global positivo de 106 mil millones de dólares. Este amplio superávit, permitió reducir el déficit que presenta Brasil en los últimos ciclos, en cuanto al intercambio global se refiere, a solo 35 mil millones de dólares.
El agronegocio en Brasil aporta en la actualidad el 49% del total de los ingresos por exportaciones.
En el cuadro adjunto se puede observar la ubicación de Brasil tanto en la producción como en las exportaciones anuales, así como la participación en el comercio mundial de los principales commodities de este origen.

Sin duda, es la soja el producto de mayor relevancia con algo mas del 37% del total de las exportaciones del sector, en tanto que el grupo de carnes en general aporta cerca del 17%, la silvicultura el 11%, azúcar el 9%, café y maíz 5%, siendo el resto de los productos de origen agroindustrial el 16% restante.
Granos
El área total dedicada a granos evolucionó de 37.6 mill/has en 1999/00 a un nivel proyectado para el ciclo que se inicia de 72.6 mill/has, lo cual implica un crecimiento a lo largo de lo que va el siglo del 93%, cuando en igual lapso Argentina pasaba de 26.7 a solo 37 mill/has, es decir un modesto 39%.
De ese total 48.8 mill/has es el área efectivamente utilizada, lo cual implica que los cultivos de “segunda” participan en el 33% del total cultivado, vs. el 25% que participaban hacia inicios del siglo.

Esta mejora, sumada a un marcado incremento en la productividad unitaria, llevo a que la producción se incrementara en el periodo considerado el 261% pasando de 83 mill/ton a 300 mill/ton. Mientras el área crecía a una tasa media del 1.8%, los rendimientos lo hacían al 3.3%.
Lo destacable, es el crecimiento de los últimos diez años, donde se duplica la producción total, con un crecimiento permanente hasta el ciclo 2021/22 solo interrumpido por la seca del ciclo 2015/16.
En igual lapso, la producción granaria de Argentina, que en su inicio se ubicaba en niveles relativamente similares a la de Brasil, en la actualidad representa menos de la mitad de la proyectada para el 2021/2022.

Estas proyecciones elaboradas por Carlos Cogo Consultores, destacan la fuerte presencia de la soja quien aporta el 49% del total producido, seguido por el maíz con el 40%, arroz 4%, trigo 3% poroto 1% y otros granos el resto. Es decir, existe una fuerte concentración en solo dos cultivos que explican el 89% del total producido.
Ambos cultivos son los que presentan crecimientos mas sostenidos, en tanto que en el resto se observa cierto estancamiento en trigo y algodón, y una tendencia a la baja en porotos y arroz.
El comercio exterior granario, como se planteo anteriormente, se expandió en igual medida que la producción, con un marcado predominio de la soja, donde Brasil lidera las exportaciones de poroto con niveles esperados para el ciclo que se inicia de 93 mill/ton, superando a los Estados Unidos y Argentina; y un consumo local (industrial y directo) relevante por encima de las 50 mill/ton, lo cual permite satisfacer sus necesidades de productos elaborados y generar saldos exportables de 18 mill/ton de harinas de extracción y 1 mill/ton de aceite.
Recordemos que en estos dos últimos commodities es Argentina quien mantiene el liderazgo en los mercados mundiales, debido al bajo consumo interno y la especialización de nuestro país en cuanto a la industrialización de esta oleaginosa.
En el caso de maíz, si bien los Estados Unidos dominan el mercado de este forrajero, Brasil logro desplazar a Argentina como segundo exportador mundial, con un volumen creciente, que alcanzaría en el próximo año 42 mill/ton.
En este grano, se destaca la oportunidad del negocio de los operadores locales, abasteciendo los principales mercados a la salida de la llamada “safrinha” es decir la ubicada en el centro oeste del país destinada mayoritariamente a la exportación, para completar en otras épocas del año sus requerimientos con mercadería importada.
Carnes
También en el rubro de carnes, el crecimiento de Brasil en cuanto a su producción, consumo y exportaciones es muy relevante.
Según la información disponible la producción en conjunto de las tres principales carnes, bovina, aviar y porcina alcanzaría las 27 mill/ton, algo más del 10% de las 267 mill/ton de la producción global, con un consumo cercano a 19 mill/ton, lo cual implica un per cápita del orden de 88 kg/hab/año.
La estructura productiva se centra 14.5 mill/ton de carne de pollo y 7.7 y 4.5 mill/ton de carne vacuna y porcina respectivamente.
Los consumos totalizan 10, 5.3 y 3.7 mill/ton para cada una de las citadas, por lo cual se puede inferir que del total de las carnes consumidas per cápita, lidera la de pollo con 46 kg/hab/año, luego la vacuna con 25 kg/hab/año y finalmente la porcina con 17 kg/hab/año.
Ello permitió de disponer de saldos exportables que ubican a Brasil como líder en el comercio exterior de las dos primeras y cuarto como abastecedor de carne porcina. En el cuadro adjunto se puede observar el marcado crecimiento de los envíos de carne vacuna y porcina y el sostenido nivel de la aviar, que como resultado para el año 2020 fue de 15.200 millones de dólares.

En síntesis:
- Brasil experimento en las últimas décadas un sostenido crecimiento en la producción de alimentos, que le permitió autoabastecerse en muchos rubros e incluso generar saldos exportables que lo posicionan en el liderazgo mundial de muchos commodities.
- Ello es producto de la expansión del área agropecuaria y una permanente tecnificación, en el marco de políticas agrícolas que mantuvieron sus objetivos de crecimiento independientemente de los gobiernos de turno.
- Si bien a inicios del nuevo siglo, Brasil y Argentina presentaban un esquema en crecimiento con áreas y producciones relativamente similares, el desarrollo brasileño, en especial de la última década supero ampliamente a su socio en Mercosur.
- Hoy el sector de los Agronegocios en Brasil, explica un cuarto de su PBI y el 50% del ingreso de divisas por exportaciones, constituyéndose en uno de los sectores más dinámicos de su economía.
- Incluso en tiempos de pandemia (COVID 19) el sector permitió, reducir el déficit en la balanza comercial, gracias al sustantivo aporte que realizo.