El mundo sólo pide previsibilidad, reglas claras y una hoja de ruta, pero Argentina parece inclinarse por su triste presente decadente o un futuro disruptivo e incierto. ¿Seguiremos sin rumbo?
Solo basta con mirar la evolución del PBI/per cápita de los últimos 70 años para darse cuenta de que nos destacamos en el mundo por la falta de capacidad para crecer y desarrollarnos.
Nosotros, los campeones del mundo de todo, no clasificamos en esta tabla.
En esta ocasión y después de las PASO nos hemos sumergido aún más en un marco de indefinición sobre cuál será el camino que tomemos. En el ínterin, este último fin de semana Ecuador eligió no volver al pasado.
Seguir a la deriva en un mundo globalizado que no se cansa de darnos oportunidades y nosotros de dejarlas pasar marginando cada día a más compatriotas en la pobreza e indigencia, perdiendo la histórica ventaja competitiva en educación e impulsando una fuga de nuestra juventud en busca de mejores horizontes.
El mundo solo pide previsibilidad, reglas claras y hoja de ruta para invertir en un país. No basta con tener energía convencional y sustentable, alimentos, minerales y talento.
¿Seguimos dudando qué es lo que hace falta para atraer inversiones?
¿Seguimos dudando de que sin inversión no hay crecimiento?
¿Seguimos dudando de que la única forma de crear empleos es con inversión?
Entonces tendremos más de lo mismo.
El camino que nos puede llevar a reducir la pobreza e iniciar un ciclo de crecimiento pasa por:
INVERSIÓN + EDUCACIÓN + COMPETITIVIDAD + EXPORTACIÓN + INTEGRACIÓN AL MUNDO
Y este camino se recorre partiendo de reformas como la fiscal para reducir la carga sobre las empresas tan necesaria para ser competitivos y sumando a ello un compromiso de reducción permanente del déficit fiscal.
La clave es saber qué vamos a hacer, contar con reglas claras, ser previsibles y recuperar la confianza perdida.
Que Dios nos ilumine y sepamos elegir el camino de salida.