Frente a las nuevas medidas económicas anunciadas, es oportuno poner sobre la mesa los datos reales de política fiscal y sus consecuencias directas en nuestro país.
Retomamos algunos números a partir de los trabajos realizados para la Fundación Producir Conservando por el Dr Juan Llach en 2005 y 2017.
La Presión Fiscal total de la Argentina es de las más altas del mundo, llegando a ser en 2015/17 un 32-34% sobre PIB, considerando el impuesto inflacionario. Argentina tiene la misma presión Fiscal que países desarrollados, pero sin los servicios que los mismos brindan a los contribuyentes (Infraestructura, Salud, Educación etc..)
Además de la Estructura Impositiva existente, tienen una muy baja participación los impuestos Progresivos (inciden más sobre empresas y personas de mayores ingresos) y mayoritariamente el Estado recauda sobre impuestos Distorsivos (que aumentan costos, suben precios y eliminan competitividad en las actividades productivas como Ingresos Brutos, Retenciones a las Exportaciones, Débitos y Créditos Bancarios etc) y también sobre los Regresivos(como por ejemplo el IVA mal administrado, que afecta a las personas de menores ingresos generando menor crecimiento y empleo).
Los Impuestos Distorsivos en Argentina representan el 11,1% del PIB, mientras que en Brasil solo el 6,6% y en Chile y Uruguay son menores al 1%.
El 31% de la Recaudación Total en 2016 en Argentina fue por impuestos Distorsivos, lo cual seguramente también es récord Mundial.
El cuadro de situación se agrava aún más cuando consideramos que el País tiene una Economía Informal (EVASION) cercana al 40%, contra un 19,6% de Chile y un 16% de los Países Desarrollados. La evasión lleva a que la presión fiscal sobre los que pagan impuestos en Argentina es superior al 50%.